¿El fin de la encuestocracia?

Eso es lo que muchos se preguntan a partir de, justamente, la última encuesta realizada por este medio. En ella se preguntaba a los lectores cuántas veces promedio respondían a las consultas. Resultados tan reveladores como preocupantes. Varios jugadores implicados en oscuras maniobras

Como ya es bien sabido, las encuestas son, hoy por hoy, acaso el principal factor de legitimación de cualquier verdad que se pretenda instalar en la opinión pública. El poder y la influencia de sus resultados hacen que se les preste especial atención en ámbitos tan disímiles como el de la política, el marketing, la publicidad, el deporte, la medicina, la educación, las carreras de caballos, el cine, la moda, la pesca, la gastronomía y la astrología, por nombrar algunos. Pero allí dónde las encuestas ocupan un lugar central es en los medios de comunicación, y es por eso que este blog ha venido recurriendo últimamente a ellas.

Enorme resultó la sorpresa luego de realizada la última encuesta, cuando los lectores de http://www.la-lima.blogspot.com/ respondieron a la pregunta: "¿Cuántas veces (promedio) vota ud. en las encuestas de este blog, a pesar de saber que votar más de una vez (desde la misma máquina o desde distintas) NO está bien? ¿Eh?". Sobre 17 votos totales, una abrumadora mayoría (14 votos, el 82% de las respuestas) eligió la opción "Todas las que puedo, si me conviene o quiero cagar a otro", algo que, por sí solo, pone bajo sospecha la mismísima fidelidad de los guarismos. El 12 % (2 votos) fue el pobre resultado que obtuvo la opción "Sólo una vez, porque es lo que corresponde", un inexplicable 6 % (1 voto) fue el resultado a favor de la opción "Nunca voto en estas encuestas al pedo", mientras que nadie reconoció votar sólo 2 o 3 veces como para divertirse un poco.

De estos resultados lo que se desprende en primer lugar, según los analistas, es que está profundamente puesta en cuestión la validez de estos mecanismos para saber a ciencia cierta qué es lo que quiere eso que, imprecisamente, suele llamarse "opinión pública". Lisa y llanamente, aceptando sus designios como mandato inapelable pueden cometerse las peores equivocaciones. No son pocos los que recordaban, en ese sentido, aquella encuesta en la que se preguntaba si tal o cual jugador debía patear o no desde los doce pasos ante una eventual definición por penales. "Por algo hace años que no pasamos de ronda cada vez que hay penales", se escuchó decir en los pasillos de la institución de 19 y 60.

Hasta hace pocos días, otra encuesta consultaba sobre qué casaca debía utilizar La Lima en el próximo torneo, y la opción que más votos obtuvo fue la de la nueva casaca (la del Santos Laguna, sin estrenar aún). Es de suponer que, si los resultados de las encuestas son tan truchos como pareciera, varios jugadores se nieguen a poner un centavo para pagarlas el próximo sábado. Y otro tema espinoso es el de aquellos jugadores que, por culpa de las consultas realizadas, quedaron irreversiblemente sindicados como "yetas" del equipo, con toda la carga que semejante acusación conlleva.

Especulaciones al margen, resulta tristísimo que, de la mano de la encuestocracia, se esté yendo al tacho también el prestigio de un plantel, de una institución, que si de algo se ha podido jactar en los últimos años, apenas, es de esa reconocida "buena conducta" que le permitió clasificar en un par de ocasiones para las rondas finales.

La investigación

Para que esto no quede en la mala noticia y nada más, dirigentes limeños llevaron a cabo inmediatamente una investigación para dar con aquellas "manzanas podridas" (así los calificaron) del plantel, que "ya le hicieron bastante mal al fútbol, y, si los dejamos, arruinan esta bendita libertad de expresión". Los directivos no quisieron perderse la oportunidad de repetir una frase que, por trillada, no es menos cierta: "No hay que confundir libertad con libertinaje".

La investigación permitió confirmar la peor de las sospechas. Una serie de cámaras ocultas instaladas en lugares estratégicos brindaron precisas fotografías de varios jugadores limeños (en comercios, lugares de trabajo o en sus propios hogares) tecleando frenéticamente una y otra vez para poder votar reiteradas veces y alterar los números finales.

Al mismo tiempo quedó claro que al margen de esta maniobra quedaron el Poten y Pablo (habrían votado por la opción "Sólo una vez porque es lo que corresponde"). El delantero porque está comprobado que es una persona de bien, simplemente por eso; el defensor, en tanto, habría logrado sacar la punta de los dedos entre el complicado yeso que le cubre el brazo para manejar el mouse y votar una vez, pero la maniobra volvió a lesionarlo y ahí nomás tiró el mouse "a la mierda", según allegados.

Las imágenes

Mauri es captado en el momento en que hace click

por novena vez, en la PC que usa en el CallCenter.

A pesar de tratarse de un esclavo (o quizás por eso),

le aplicarían duras sanciones.

De izquierda a derecha: el Dibu, Lean, Javier G. y

Patico, juntos en un cyber del centro, se ponen

de acuerdo para votar masivamente.

En la sede del Partido Justicialista, El Colo y El Primo

hacen que dibujan los padrones, para disimular.

Estaban votando desde tres horas antes

23.30 horas: Andrés vota en su casa y sale corriendo

al cyber de calle 7, que está por cerrar.

Mientras vota otra vez, la cámara lo registra.

Lautaro es sorprendido en su trabajo, y ensaya una excusa

que, aunque verosímil, es poco convincente: "¡Nada que ver,

estaba viendo unos videos de Marcelo Polino!"

En la Comisaría 1º, el Cabo vota 22 veces e "invita" a

votar a todos los presos alojados en la dependencia

"¡Mmm! Esa camarita no me gusta nada!",

dice, segundos antes de destrozarla.

De todos modos, quedó registrado, y se aguarda que

Asuntos Internos tome, precisamente, cartas en el asunto