jueves, 31 de julio de 2008

El corazón con agujeritos

Un equipo verdolaga sin alma cayó vapuleado por 6 a 1 frente a un pragmático El Taladro. Tristeza total por el profundo retroceso futbolístico. Patico, el impensado goleador.

Con ínfimos detalles que la distinguen de otras anteriores, La Lima tuvo este sábado una nueva presentación de aquellas que son guardadas en los archivos en la odiosa carpeta rotulada como "Catástrofes del fútbol". Goles antes del primer trote, distracciones fatales, maltrato al balón, mala suerte, son algunas de las características que, poco a poco, el conjunto limeño va volviendo constantes, cada vez más perdido en su laberinto.

Con la ilusión de revertir el 1-4 de la fecha anterior, el verde saltó a la cancha con Diego, en el arco, Patico (que volvía) de líbero, el Colo y Javier G. por las puntas y Mauri de seis; en el medio, Seba fue como 5, junto a Lautaro, más el Primo y el Dibu; arriba, Andrés y el Poten.

A los tres minutos de juego, el verde ya perdía 1 a 0, tras una subida por derecha de El Taladro, que culminó en un centro al área. Sobre el punto del penal, Javier G. pifió lo que debía ser un furibundo rechazo y la pelota le quedó servida al delantero taladrense que estaba a sus espaldas, quien no dudó al definir.



Javier G.: "Sí, le pifié maaal"

Otra vez la misma historieta: revertir de entrada un resultado adverso. ¿Con qué? Con poco, sólo algunos intentos de quienes más saben con la pelota en los pies y el ímpetu a la hora de marcar, que, aunque saludable desde lo actitudinal, no oculta serias deficiencias en la coordinación colectiva y a menudo acarrera tarjetas o jugadas con pelota detenida, que cada vez traen más dolores de cabeza.

Como la que derivó en el segundo gol sureño. Un ataque intrascendente por izquierda derivó en un cambio de frente a la altura del área grande limeña. La jugada podía terminar ahí, bajo el dominio de la defensa limense, pero otro jugador banfileño se apoderó del balón y Seba lo derribó, ya sobre el costado derecho. Cuando algunos empezaban a preocuparse por lo riesgoso del tiro libre, la pelota ya había ingresado al arco: el rival no pidió distancia (en rigor nadie se paró delante de la pelota) y remató sorpresivamente al segundo palo de Diego, que no atinó a desviarlo. El 0-2, absurdo a pesar de lo poco mostrado hasta ese momento por parte del verdiblanco, fue el principio del fin.



Parece imposible, pero la pelota no la tiene ningún limeño

Sin llegar a ensayar respuestas sólidas ante la adversidad, al menos puede rescatarse que el verde no apeló al juego brusco, salvando su puntaje de conducta. Sin Víctor (acaso el mejor jugador limeño de la temporada) ni Rodrigo, el Primo poco demoró en darse cuenta que estaba solo. El resto del equipo se olvidó del arco rival y buscaba tocar la pelota, algo que le sale a veces, y cuando no, le genera una y otra jugada de riesgo en contra.

Por si fuera poco, el desorden en el que caen las líneas limeñas generaba la ilusión óptica de la inferioridad numérica, y a El Taladro le sobraba la línea de fondo: en el mejor de los casos, espectadores de lujo, y en ocasiones, hasta protagonistas de la ofensiva flúo.


La Lima careció de respuestas

Antes del final del primer tiempo iba a llegar el tercer y lapidario gol taladril: la defensa, que una y otra vez recibía todo lo que más arriba no se podía contener, tira mal el offside y desde la derecha del ataque banfileño llega un centro al área. Mano contra cabeza, arquero contra delantero, Diego pierde y es gol, nomás.

En el entretiempo, la posibilidad de una variante (Guille estaba en el banco) resultaba insuficiente, ante los numerosos pedidos para salir. Finalmente, Lautaro, resentido en su lesión de los meniscos, dejó su lugar al viedmense, y el Primo (lesionado por una fuerte paralítica) quedó disminuido para afrontar la segunda parte.



El Primo: terminó lesionado

La Lima intentó jugar como para merecer el descuento, pero el complemento le deparaba aún más golpes. A los pocos minutos, con el equipo adelantado, Patico intenta dominar una pelota sobre el mediocampo y resbala. El Primo, que no estaba bien, es anticipado y la pelota en poder del rival transformó todo en un fugaz contragolpe coronado en gol. Así de implacable es la realidad con este equipo.

Luego del 0-4, llegarían, en minutos, el quinto y el sexto gol, indefectiblemente. No importan las circunstancias en las que estas dos conquistas se produjeron, nadie las recuerda, y sólo sirven para alimentar el ego de J.P. Cabana, el centrodelantero flúo, que marcó 4 goles, y ya está en lo más alto de la tabla de goleadores del campeonato. La Lima tuvo un par de chances: el Poten se comió el descuento al pegarle mal de zurda, luego de un increíble dribbling de Javier G. ingresando al área, y el mismo Javier G. no alcanzó a conectar un centro desde la izquierda, tras una subida del blogger.

Apenas hubo tiempo después para limitarse a evitar un séptimo gol, como sea. La anécdota, la nota de color dentro de una tarde tan gris, fue el gol del honor limeño. En una de las poquísimas incursiones verdolagas allende la línea del mediocampo, el Dibu soltó el balón dentro del área para que Patico, inesperadamente ubicado en esa zona de la cancha, definiera de frente al arquero y saliera festejando su conquista (la segunda de su cuenta personal en su historia como jugador limeño) con frenesí y ciertamente excitado, junto a Guille, su compinche. Minutos después, piadoso, el juez terminó el encuentro a tiempo, evitando lacerar aún más el herido espíritu limense.

La Lima conoce bien esta historia, digamos que la conoce demasiado. Es hora de escribir un libreto distinto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena crónica, Poten (con lo buena que puede ser teniendo en cuenta el hecho narrado). Te faltó aclarar que el gol de Patico fue de zurda; un zurdazo maradoniano...

Colo

Anónimo dijo...

PD: Por favor vean qué depresión es el listado "Notas atrasadas, recientemente posteadas", en el home.

Colo