sábado, 21 de marzo de 2009

La venganza de Azul

La derrota por 4 a 0 caló hondo en la institución azul y despertó los más bajos deseos de venganza. El verde fue echado de la plaza por, justamente, uniformados de azul y hay serio riesgo de perder uno de los hábitos más lindos de cada sábado. Preocupación.



Cuando todavía varios jugadores no habían dejado de transpirar, exultantes por el contundente triunfo de la primera fecha, la alegría limeña fue menguada por un episodio inesperado. Como cada sábado, desde hace años, varios jugadores se dirigieron a la plaza de 19 y 60, para compartir a la sombra del braquiquito un momento especial entre semillitas, gaseosas y, claro, cervezas. En eso estaban cuando al lugar arribó un patrullero que se detuvo a pocos metros y del que descendió una persona que utilizaba un uniforme de la policía bonaerense.

No era la primera vez que la policía visitaba a los limeños, pero lo cierto es que todos los sábados pasan uno tras otro los agentes del orden y pueden ver claramente que ese grupo un poco desprolijo que se desparrama sobre el verde y mira pasar los autos poco tiene de asociación ilícita, por más cervezas que se tome. Al parecer, este oficial, que se presentó como "jefe de los móviles de calle" (vaya redundancia ¿hay móviles de oficina?) creyó ver una ocasión fácil para ejercer su autoridad y conminó a los muchachos a ir a otro lugar ("puede ser la casa de alguno de ustedes"), porque "tomar alcohol en la vía pública es una contravención".

Estupefactos por el apriete, los muchachos del verde aceptaron que era en vano intentar convencer al azul, sobre todo después de las cuatro pepas que se había comido, y levantaron campamento. La casa de Mauri, en la que nos recibió un sorprendido Gallego en calzones a cuatro cuadras del lugar, fue el sitio elegido para ir a bajarse las dos birras que ya se habían comprado y que el cana, tan gentilmente, había permitido conservar. Además, el verdolaga se merecía hacer algo de plaza, tras tan particular resultado a favor.

Resulta lamentable que el rito de los sábados se vea tan sensiblemente afectado por cuestiones absolutamente ajenas a La Lima. La plaza ha sido desde siempre, a lo largo de más de diez años, el lugar donde terminaba fraguando el grupo. Allí se compartió todo este tiempo la alegría por la victoria y la frustración de la derrota. Allí cada uno expuso su tesis y se recibió de Director Técnico. Allí se polemizó, se puteó y se pusieron a prueba tantas amistades cocinadas en otros ámbitos. Allí otras amistades dieron a luz, también.

Ahora cabe preguntarse ¿cómo sigue esta historieta? ¿Habrá que resignar tan valioso momento de encuentro? ¿O habrá que desafiar a la bonaerense, hasta que el índice del delito descienda, y se deje de romper las pelotas? ¿Ayudará en algo que empiece a venir Rodrigo (es abogado), para no comerse cualquier papo por parte de un ignorante de azul? ¿O la solución será no tomar más alcohol, algo tan triste como impracticable? ¿Terminaría el problema si la ola de balas delincuentes que viene originando velorios policiales alcanza al recientemente conocido "jefe de móviles de calle"? Al parecer, ninguna respuesta alcanza a ser la adecuada para este dilema: quizás la única solución sea que todo siga como venía siendo, que tan mal no estábamos y tanto lo disfrutábamos.



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El Dibu toma una Cepita legal






El Primo opta por irse, indignado



Todo siguió puertas adentro, en lo de Mauri









1 comentario:

Anónimo dijo...

Me dijo el flaco del quiosco que había ido a quejarse a la comisaría 5ta, pero que no le dieron bola... alternativas: 1.inmolarse y dejarse llevar por los canas luego de una resistencia pasiva.. 2. Cagarlos a botellazos cuando vengan. 3. Ley seca. 4. Trasladarnos a otra plaza. 5. Sobornar al policía .