Una buena para Guille

El sueño de jugar profesionalmente al fútbol es algo propio de todo jugador amateur. Quién no anhela vivir del deporte más hermoso y evitar ganarse el pan con tareas más sacrificadas. Pero esto es algo reservado para unos pocos privilegiados; el resto, esa inmensa mayoría, debe conformarse con dedicarse a trabajar y jugar sólo cuando se puede.

La Lima no es la excepción: vestidos con pantalones cortos y botines encontramos a docentes, policías, empleados públicos, investigadores y respondedores de reclamos telefónicos, además de los numerosos estudiantes que deberán buscarse en el futuro un lugar en el mercado laboral.

La noticia es que a ese nuevo mundo, el del trabajo, acaba de arribar un jugador limeño. Como todos recordarán, hace pocos días Guille, el volante de La Lima, finalizó sus estudios y se graduó como ingeniero en la Universidad de La Plata. Y, según pudimos averiguar, el título vino "con un pan bajo el brazo", valga la surrealista expresión. Es que acabamos de enterarnos que el volante viedmense, casi reponiéndose aún de la resaca de los festejos y cuando recién asoman los nuevos cabellos que vienen a renovar la pelambre amputada en ocasión de su recibida, ya consiguió empleo.

"No veo la hora de jugar, de encontrarme otra vez con los muchachos", nos cuenta Guille. "Es que necesito del fútbol, es mi cable a tierra después de tanto laburo durante la semana", explica. Según la información, Guille se encuentra por el momento cumpliendo jornadas de doce horas ininterrumpidas de trabajo. "Es duro, pero yo ya sabía que las reglas del juego son así: uno se pela el orto estudiando y cuando se recibe debe pagar el derecho de piso lógico para todo novato", nos cuenta con cierta resignación. "Pero bueno, a mí de a poco se me va a ir dando el sueño de todo ingeniero, el sueño del taxi propio", dice optimista, mientras saluda, sintoniza Radio Diez, pone primera y sale a pelearla como todos los días.

Guille, otro ingeniero que venció a la desocupación