jueves, 1 de marzo de 2007

Atardecer de un sorteo enlechado

por Andrés (*)


A las 17:45, el mejor jugador del Torneo de la Selección del año 2005, apoyaba el botón del ascensor del séptimo piso del edificio situado en 7 y 58. Sabía que el lugar de encuentro al que iba quedaba cerca de su casa. Sabía que no había quedado con nadie de su equipo. Iba él sólo y tenía tiempo, podía apurar el tranco cuando quisiera. A los dos minutos ya pisaba el asfalto platense en dirección a 62 entre 115 y 1, donde lo esperaría –junto con más de seis decenas de delegados- el organizador del torneo: Mariano Andrés Altavista. El delantero de La Lima sostenía con su manopla derecha, haciendo fuerza con el pulgar, el material indispensable para consumar la inscripción del verdolaga equipo de sus amores (que no era Sarmiento de Junín ni Ferro): la plata y la planilla que el día anterior le había dado Ramón y la tarjeta de débito del Banco Nación con la cual sacar los 35 morlacos faltantes para el doloroso total de 160 pesos (poco más de 50 dólares canadienses) con los que La Lima debía pagar el acceso inicial a su sueño de gloria. Pasó por el cajero, puso su número de NIP (NIPor puta te lo digo), extrajo dos Rosas, en vez de Mil (“por eso esperaba con la carita…”) y sacó el plástico con un dejo de ansiedad. Todavía tenía tiempo, porque sabía que los actos de inicio de torneo nunca empezaban puntualmente, siempre se retrasan unos diez minutoides. Su experiencia le susurraba que había tiempo. Así que se le ocurrió, ya que estaba, asegurarse que no había ninguna novedad “pinchada” en el blog dirigido por el mayor de los Gómez y –de paso- mirar el video de “Andrés canta para vos” por segunda vez en un cyber que –a diferencia del que había consultado en la primera oportunidad- tuviera audio. Patico tenía razón cuando lo había llamado, la incorporación del sonido valía la pena. Se meó de risa y pagó los 30 centavos por el uso del aparato electrónico. Ahora sí, como gritaran los de Manal, “no hay tiempo de más”. A enfilar para la zona roja platense. Por 7 directo a Plaza Rocha, faltaban 2 minutos para las 18 y al sol le quedaban unos cuantos momentos de permanencia, aunque ya diera de semirefilón en el empedrado.
El extinguido goleador tomó la diagonal, apresurando el paso, porque se había pasado de canchero y ahora sí se le hacía un poco tarde. En calle 6 se le cruzó un gato negro que lo disgustó ya que en él se advertía la suerte de la Lima en el campeonato. Comprobó luego que el felino en cuestión tenía las patas y el pecho blanco, y se le ocurrió pensar que así era el fútbol y la vida. Mezcla de momentos blancos con negros. Sin embargo, faltaban los grises, de los cuales un equipo pedorro y sin ambiciones como había sido la Lima, había estado lleno. Pensaba que era este el año de revertir la situación, cuando vio otro gato de color marrón que le agregaba profundidad a su pensamiento filosófico titulado “Colores y existencia”. Era tarde, había casi que trotar para llegar antes que los animales de Paso a Paso, Fahrenheit o Somos 11 se comieran todos los cheese-itos y se tomaran la Paso de los Toros. Al menos eso, pensaba el minúsculo hombre de la Piel y los Huesos, era lo que más le atraía de la empresa que se le había confiado. A poco de llegar a calle 1, el erra-goles vio unos limones en una verdulería, todos parejitos, todos acomodados, todos brillosos. Aguante la Lima, se le escapó por lo bajo mientras cruzaba la avenida de los odontólogos. Ojalá siempre nos mostráramos así en la cancha, reflexionó Pierna-floja.
Llegó finalmente al predio de fútbol 5, el camino lo conocía: pasar por detrás de las dos canchas existentes y meterse en el -impresentable en términos estéticos- salón de fiestas del solar en cuestión. ¿¿¿¿¿Qué pasó???? Si son las 18:06, ¿ya terminó todo? Mariano solo, anotando unas cosas y la madre o suegra acomodando los vasitos. Miró antes de encarar al árbitro de la AFA el papel de convocatoria. Tá que lo tiró, ¡¡era a las siete!! El Mago de los Inútiles, Zar de los Pelotudos, Regente de la Indolencia y Faraón del Despiste se había confundido el horario. Con paso ahora cansino y distante del trotecito pretérito, Andrés Van Gogh, se presentó… Qué boludo, pensé que era a las seis. Para hacer tiempo, Mariano le preguntó de qué trabajaba. Él iba a decir de nada, pero se arrepintió y dijo lo que no hacía. No cree que lo hayan entendido. Sin embargo, luego de esa charla sacada de un libro de Ionesco, ocurrió el milagro:
-¿Querés anotarte igual ahora?- dijo Altavista.
- Y bueno… -respondió el Anti-Pavone.
En ese momento, Mariano -¡un discípulo de Vigliano!- le daba al delegado de La Lima (¿cómo premonición de la posición en el campeonato?) el número “1” de primer anotado. Un hermoso número 1 negro sobre fondo… VERDE…como la Limita. La caricatura de Ángel David Comizzo se sonrió y pensó que quizá, ese soleado 28 de febrero de 2007, había sido –a pesar de todo- su día. Volvió a su departamento, sólo para esperar que se hicieran las siete, hora real y consensuada –por todos menos él- como la de comienzo de la Gala prefutbolísitica.
La ansiedad, ese número 1 que lo miraba, y sobre todo, haberse olvidado de entregarle la planilla a Mariano a pesar de haber ya pagado, lo apuraron a bajar nuevamente y emprender el segundo viaje que como “La vuelta de Martín Fierro”, “El regreso de Martin Guerre”, la segunda parte del Quijote o la remake de Rocky, no iba a carecer de enseñanzas y experiencias de todo tipo. Llegó a las 7 en punto.
El adelantado del off-side, el malabarista de la que no se mancha, el resorte humano, se manducó unos palitos, entregó finalmente la planilla y esperó el comienzo del discurso de Mariano. Lo de siempre, ya Gómez P. lo explicó. Se nombró a Baldassi como si fuera un ser mítico del referato y no ligamos –como siempre- las remeras de sorteo (ese número 1 ya se estaba haciendo el puto). Maxi, el hermano de Mariano, dijo unas breves palabras sobre la moral, las buenas costumbres y la verdadera meta de la existencia humana y se procedió a entregar el fixture de la primera fecha del 17 de marzo.
¿PERO PODRÁ SER TANTA MALA LECHE Y LA PUTA MADRE QUE LO PARIÓ? pensó el humillado por el destino mientras veía como se planeaba un segundo set entre la lima y DYNAMO. Parece mentira las cosas que veo, por las calles de Montevideo.
Quiso creer en La Lima, a pesar de todo, en el destino que le había dado ese número 1. Quiso creer y creyó que lo de la otra vez fue casualidad, que la revancha divina sería ganarle a esos dinámicos del culo y decirles por lo bajo: Cuando es por los puntos es otra cosa.
Volvió a su casa repitiéndose –el antiguo desanimado-: Cuando es por los puntos es otra cosa. Cuando es por los puntos es otra cosa. Cuando es por los puntos es otra cosa. Cuando es por los puntos es otra cosa. Cuando es por los puntos es otra cosa.
Pensó nuevamente en Rocky Balboa que cuando todos lo daban por muerto, resurgía, como el Fénix, de sus cenizas. Pensó que podía contagiarles a sus compañeros el antiguo y secreto don de la confianza con estas últimas palabras que se había prometido repetir en su corazón, en su mente y en sus pies: Cuando es por los puntos es otra cosa. En ese momento se sintió de vuelta, por lo menos unos segundos, el mejor jugador del Torneo de la Selección del año 2005.

(*) Mejor jugador del torneo 2005

Andrés, autor de la crónica, cuando recibió el galardón
al mejor jugador del torneo, en el 2005

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