El jugador, quien hace poco atravesó un duro momento por sus trastornos alimenticios y actualmente se encuentra en recuperación, recibió al líder de la Revolución Bolivariana en su bunker del barrio Mondongo. Allí arribó Chávez, en medio de un impresionante dispositivo de seguridad, para interiorizarse sobre el estado de salud de su ídolo (fiel a su estrategia de visitar a achacados revolucionarios) y, de paso, pedirle una camiseta autografiada.
Patico, de reconocida sensibilidad hacia sus fans, obsequió a Chávez una casaca verdiblanca, a la que le dibujó una estrella de cinco puntas con un superpancho en el centro, un símbolo bien en su estilo. "Estuve siguiendo la campaña de Chávez por la tele", admitió Patico a la prensa, intentando devolver gentilezas con el venezolano. "Para mí, es uno de los más importantes discípulos que tengo en todo el Mercosur, es un grosso Huguito", agregó mientras le cebaba un mate amargo.
Hugo Chávez y Patico, una amistad que comienza
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